El aumento de la esperanza de vida, una jubilación cada vez más activa y la
decisión de no pasar la vejez en una residencia o con familiares ha impulsado en los últimos años el número de viviendas colaborativas para mayores en España, donde casi cinco millones de personas de avanzada edad viven solas.
Actualmente hay 34 comunidades de cohousing (acrónimo de las palabras inglesas collaborative housing) en funcionamiento, según datos de Movicoma. Sin embargo, los grupos interesados son muchos más: hasta 200 identificados por la plataforma Cohousing Spain. Se trata de una solución habitacional que proponen un modelo de vida en comunidad y que se ha convertido en una alternativa para muchas personas que quieren vivir esta etapa de la vida de manera diferente y tomar sus propias decisiones.
Vivir acompañado. Un estudio de la asociación UPD (Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España) recoge que un 41% de los mayores consultados contemplaría el cohousing como una solución para la vejez,
especialmente si el desarrollo fuese en su localidad. Motivos como el miedo a la soledad, la necesidad de recortar gastos o las ganas de compartir la vejez con iguales son el origen de los proyectos colaborativos que
hay en marcha en nuestro país.
¿Cuáles son las principales ventajas de esta solución? Las ventajas del cohousing son numerosas si nos atenemos a su esencia. En primer lugar, se trata de un proyecto autopromovido, autogestionado y codiseñado lo
que implica que el usuario va a vivir realmente en un espacio que realmente responde a sus necesidades y gustos. Además, muchos de estos proyectos se desarrollan en suelos públicos o cedidos por ayuntamientos por lo que suele resultar un opción más asequible que una residencia. Es decir, la cuota mensual que el inquilino va a pagar puede ser hasta tres veces menor que en una residencia, según los expertos. Las personas cuentan también con espacios privados (sus propios apartamentos), pero comparten muchos servicios que abaratan el coste de la vida (cocina, lavandería, enfermería, seguridad y todo aquello que la comunidad considere oportuno).
¿Cuáles son los inconvenientes? Uno de los principales inconvenientes es que, al tratarse de una cooperativa, la toma de decisiones puede alargarse más de la cuenta mientras los socios llegan a un acuerdo. Los usuarios también señalan la pérdida de privacidad que supone vivir en un espacio compartido y la necesidad de desprenderse de muchos objetos personales ya que, al tratarse de apartamentos más pequeños, los inquilinos apenas podrán llevar lo justo a su nuevo espacio. No obstante, participar en un proyecto como estos, requiere también contar con ahorros o patrimonio
del que desprenderse porque se trata de construir o reformar edificios, comprar suelo y contratar ciertos servicios (arquitectos, consultores, gestores, etc.), y para ello se necesita invertir grandes cantidades iniciales (la media ronda los 30.000 euros).
¿Existe un límite de edad para entrar a formar parte de un proyecto de cohousing? Depende de los estatutos de cada cooperativa. Por ejemplo,
en Abante Jubilar no existe ese límite de edad, aunque lo normal es que sean personas menores de 80 años. En el caso, por ejemplo, de Trabensol, una comunidad en Torremocha del Jarama (Madrid), la idea es que las personas que entren sean menores de 70 años, para ir rebajando la
media de edad de los que ya están viviendo.
¿Qué es lo más complicado? La búsqueda del terreno apropiado suele
ser el primer obstáculo que encuentran los usuarios. Muchas de estas iniciativas se construyen en suelos públicos o cedidos temporalmente por alguna Administración y eso también condiciona el proyecto. Por ejemplo, desde Trabensol señalan que la cesión de suelos públicos debiera reservarse estrictamente a aquellas iniciativas cohousing en régimen cooperativo, sin ánimo de lucro y con vivienda en cesión de uso, que compartan valores tales como la autogestión y participación democráticas, la colaboración, el apoyo mutuo y la solidaridad entre los socios.
¿Y qué pasa con las personas dependientes? El paso del tiempo puede provocar que algunos de los inquilinos requieran cuidados especiales o ayuda profesional para tratar problemas de salud. En el caso de que la ayuda de los vecinos y los servicios de enfermería disponibles no sean
suficientes, muchas comunidades prevén contratar ayuda externa o, en los supuestos, más extremos serán los cooperativistas los que decidan la mejor solución para cada caso.
¿A quién pasan los derechos de los cooperativistas? El derecho de uso es heredable, transmisible y vendible, respetando siempre los estatutos de la cooperativa. En el caso de Abante Jubilar son los herederos legales los que
heredan los derechos.
FUENTE: REVISTA ESCRITURA PÚBLICA